EL JUGLAR
.
Llegué para borrar viejos resabios;
ebrio de rojo amor y ardiente vino.
Vengo a hartarme de copas y de labios
para seguir después por mi camino.
No me inquietan las voces de los sabios;
perseguir la verdad no es mi destino.
Perdonad, si es que existen, mis agravios;
tan sólo soy poeta y peregrino.
Mi camino no puede ser más largo;
acaba donde acaba el horizonte
y ni siquiera yo sé donde empieza.
A pie me ven venir y sin embargo,
voy montado cual fue Belerofonte
en alas de mi siempre fiel pobreza.
Llegué para borrar viejos resabios;
ebrio de rojo amor y ardiente vino.
Vengo a hartarme de copas y de labios
para seguir después por mi camino.
No me inquietan las voces de los sabios;
perseguir la verdad no es mi destino.
Perdonad, si es que existen, mis agravios;
tan sólo soy poeta y peregrino.
Mi camino no puede ser más largo;
acaba donde acaba el horizonte
y ni siquiera yo sé donde empieza.
A pie me ven venir y sin embargo,
voy montado cual fue Belerofonte
en alas de mi siempre fiel pobreza.
<< Inicio