Cuando mi sombra ya no cruce el parque.
Cuando no tenga ya ni mientras tanto
y ya no sienta el viento entre los dedos.
Cuando reine el silencio y no lo sepa
y mi imagen sea un ripio en tu memoria
y no busque las teclas de esta máquina
(siquiera aquella que interroga en vano)
Cuando olvides el ruido de mis pies,
descalzos, en el suelo, y olvides finalmente
mi voz, mi cara y todo cuanto fui,
habrá sobre mi frente sólo tierra
y no este azul que el ansia nos devora.
Cuando vuelva (según dicen) al polvo,
y se me prive hasta de lamentarme,
y de insultar este destino injusto,
inevitable... Seguirás ahí;
otra gota en el mar, otra semilla
enfrentando al invierno como todas,
para que halle sentido cada vida,
para que yo ni nadie nunca muera.